LAS
MIGRACIONES EUROPEAS HACIA EL CONTINENTE AMERICANO
Los desplazamientos de
grupos humanos, desde su lugar de origen a otros lugares, zonas o países
(inmigración), existen desde que existe el ser humano.
Estos desplazamientos o
cambios de residencia se producen por motivos muy variados: búsqueda del
alimento, poblamiento de nuevas tierras, traslados forzados de esclavos, éxodos
de minorías étnicas o religiosas acosadas por la violencia, horror de las
guerras, causas políticas, etc.
Muchos grupos e
individuos han migrado de forma involuntaria. Desde el siglo XV hasta la
primera mitad del siglo XIX, millones de africanos, a menudo capturados por
otros pueblos africanos, fueron apresados, sacados de sus tierras y vendidos
como esclavos en países lejanos. En primer lugar fueron enviados a Portugal y
después a otros países europeos, llegando en dirección este a lugares tan
lejanos como la India, y en dirección oeste hasta los Estados Unidos, América.
El desarrollo de la
Revolución Industrial dio origen al mayor proceso migratorio de toda la
historia que no ha terminado aún, sino que está tomando nuevas formas: el
llamado éxodo rural, que involucró a miles de millones de campesinos en todo el
mundo que fueron dando origen, a su vez, al crecimiento descontrolado y
excesivo de ciudades enormes.
En una primera oleada partieron hacia Estados
Unidos y Canadá europeos de los países del centro y norte de Europa: Reino
Unido, Alemania, Irlanda, Suecia, Noruega...
En el último tercio del siglo XIX se unieron
europeos de los países del sur y este de Europa, sobre todo de Italia, España,
Portugal, Polonia e Imperio Ruso. Éstos ampliaron el espacio inmigratorio
abarcando también a la zona central y sur de América: principalmente Argentina
y Brasil.
Los inicios de la industrialización en América
del Norte, un continente prácticamente despoblado, ofrecía múltiples
oportunidades de inversión y de trabajo a la población del centro y norte de
Europa, primeros afectados por los procesos de industrialización.
Cuando a finales de siglo América del Sur se
integró en el sistema del comercio internacional, especializándose en la
exportación de productos agrarios, la oferta de trabajo se amplió y atrajo a la
población del sur de Europa, que en ese momento iniciaba el proceso de
modernización económica.
CONSECUENCIAS
Los movimientos
migratorios generan una serie de consecuencias demográficas, económicas y
sociológicas, tanto en los lugares de origen o emisores como en los de destino
o receptores. En los lugares (países, regiones, ciudades) de origen, los efectos
beneficiosos más evidentes son la aportación económica que reciben las familias
de los emigrantes, el descenso del paro al reducirse la población en edad de
trabajar (que es la que suele emigrar) y la reducción de las tensiones
sociales. Las consecuencias negativas pueden ser, entre otras, los
desequilibrios que se producen en la estructura demográfica al disminuir la
población joven, tanto masculina como femenina (dependiendo del país), e
incrementarse la tasa de envejecimiento demográfico; la pérdida de mano de obra
cualificada y del interés por invertir en tecnología, educación, sanidad e
infraestructuras básicas; y el desmembramiento del núcleo familiar en caso de
ser migraciones individuales.
En los lugares de destino, algunas de las
consecuencias positivas más importantes son: el aumento de la población joven y
de la natalidad; la aportación de mano de obra, necesaria para mantener el
desarrollo económico y aumentar la población activa y los ingresos en seguridad
social; y el enriquecimiento cultural. Entre los efectos negativos cabe
mencionar la difícil integración social y absorción laboral ante excesivos
flujos migratorios; los conflictos y tensiones sociales provocadas por
actitudes xenófobas y racistas; y el aumento de la inmigración ilegal o
irregular.
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