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lunes, 29 de agosto de 2016

Educación y Televisión



Educar viendo televisión
“Aspirar a que la televisión llegue a ser un medio útil para la educación y el desarrollo cultural de los pueblos sigue siendo una utopía realizable”.

“Aprender a sacarle partido a la televisión y educar con ella es nuestra asignatura pendiente. Sólo es cuestión de echarle un poco de imaginación”. Así lo cree la autora María Luisa Ferrerós, que está convencida de que “a ese maravilloso aparato eléctrico se le puede sacar mucho partido. Sí, la televisión también es un elemento mágico en nuestras vidas y puede convertirse en uno de nuestros mejores aliados educativos. La ventana mágica acompaña el crecimiento de nuestros hijos; ellos no han conocido un mundo sin televisión. Enseñarles a disfrutar de ella como una herramienta educativa y de placer está en nuestras manos. De nosotros depende que le saquen el mejor y mayor partido. La tele puede ser un buen recurso comunicativo. No olvidemos que no deja de ser un electrodoméstico y que siempre dependerá del uso que nosotros decidamos darle. Todo depende del cristal con el que se mire. La televisión es un fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos y será en el futuro tal como ayudemos a construirla con nuestros hijos. Con su ayuda, ayudaremos a cambiar el rumbo de nuestra querida televisión”.

En este sentido, prohibir ver la televisión no es nunca recomendable, ya que la televisión puede convertirse en un aliado muy eficaz para ayudarnos a solucionar problemas o para explicar nuevas situaciones a los niños e, incluso, para abordar determinados temas e iniciar el diálogo entre padres e hijos. Por todo ello, la solución a la telebasura no pasa por prescindir del televisor, sino por enseñar a los chicos a utilizarlo de forma inteligente, con criterio, no para ser esclavos de la televisión sino para aprender o entretenerse de forma sana con ella. En definitiva, la televisión se puede aprovechar como un medio útil para la educación. De ahí la necesidad de educar para la comunicación, estableciendo mediaciones entre los contenidos de la televisión y los receptores de los mensajes.

Son muchos los autores que llevan décadas defendiendo que los medios de comunicación son agentes educadores. Para Margarita Riviére, por ejemplo, “los medios de comunicación son educación”. Esta autora se refiere al “enorme poder que han alcanzado los medios de comunicación en nuestra época” y alerta de su poder educador. Para ella, los medios suministran una verdadera educación permanente que transmite valores” que, a su vez, “se enfrentan con los valores que más habitualmente promueve la escuela”. Y Mª Luisa Ferrerós lo dice bien claro: “la televisión bien utilizada puede ser una perfecta herramienta educativa”. Lolo Rico lo corrobora: “cuando el mensaje que se envía a través del medio es enriquecedor, [las características de la televisión] se convierten en elementos dignos de tenerse en cuenta en la educación. Cronológicamente hablando, ésta debería iniciarse, desde la propia pantalla, cuando los niños son pequeños y el vehículo idóneo serán los programas preescolares”. Y Joan Ferrés propone “educar en la cultura del espectáculo”. La clave está en una educación multimedia, utilizando para educar, en casa y en la escuela, diferentes medios, aprovechando las ventajas de cada uno de ellos. Se trata de educar para ver críticamente la televisión.

No nos engañemos: “es a través de la pequeña pantalla y de la programación llamada de entretenimiento como se educa –o todo lo contrario-a las jóvenes generaciones”. Muchos padres se muestran asombrados por la cantidad de cosas que saben sus hijos, incluso los de más corta edad; todos esos conocimientos los han aprendido con la televisión. Y es que el discurso de la imagen tiene, evidentemente, mayor eficacia que cualquier otro de la educación tradicional.

 “Utilicemos la propia televisión para formar espectadores con mirada inteligente”: porque cuando sean mayores seguirán pasando más tiempo delante de la televisión que en cualquier otra actividad ociosa, debemos enseñar a nuestros hijos a elegir programas inteligentes.


Consejos para utilizar la televisión aprovechando su potencial educativo

“La televisión dejará de ser un medio que adormece para convertirse en un medio que enriquece”.
Se trata de controlar el uso que los niños hacen de la televisión, tanto en contenidos como en tiempo, desmitificando los medios de comunicación, favoreciendo que se sientan protagonistas de su libertad y fomentando la creatividad y desarrollando mecanismos de defensa frente a los mensajes persuasivos. Se trata, en definitiva, de “tomar conciencia que podemos aprovechar los programas de TV para que niños y niñas aprendan cosas nuevas, expresen lo que se sienten, o para reforzar u orientar en ellos valores que para nosotros son importantes”. Se trata, en fin, de vigilar sin coaccionar, no de prohibir.

A tener en cuenta:

-“Los padres tienen que enseñar a ver programas de televisión y nunca a ver televisión: éste es el primer paso para iniciar a los más pequeños en la selección de contenidos”.

-Se trata de utiliza la tele para enseñar, convirtiéndola en un instrumento interactivo.

-Lo que está claro es que “no conviene prohibirles la televisión porque se enganchan más”.

-A partir de los 7 u 8 años, los niños pueden ver las noticias siempre que sea en compañía de sus mayores.

-Sin embargo, los más jóvenes nunca pueden ver bajo su capricho, aunque sea acompañados, cualquier espacio de la parrilla de televisión.

Para pensar:

-Los padres tiene que trasmitir en primer lugar los valores morales en la familia y, posteriormente, contrastar y comprobar estos valores en los contenidos mediáticos.

-Los padres han de ser críticos con aquellos programas infantiles que no respeten los valores y derechos de los niños.

-Los padres han de tratar de equilibrar los contenidos que seleccionen para ver en compañía de los niños y jóvenes.

-Los padres tiene que informarse del contenido de los programas de televisión que se ven en su hogar con anterioridad al visionado de éstos. Esto facilitará a los progenitores el conocimiento de los efectos que determinados programas tienen en sus hijos.

-Los progenitores tienen que presentar a los más jóvenes aquellos programas que muestren contenidos relacionados con el ocio, la cultura, la naturaleza, etc., evitando aquellos insustanciales o superficiales.

-Los padres tienen que considerar también los anuncios publicitarios como un contenido muy importante de la televisión y que ejerce una poderosa influencia hipnótica en los niños más pequeños.

-La familia ha de orientar a los niños hacia la conducta ejemplar de personajes reales mejor que héroes inexistentes o imaginarios. De estos últimos habrá que extraer lo mejor y contrastarlo con ejemplos de la vida cotidiana.

-La familia tiene que dedicar su tiempo a programas de televisión de calidad y evitar aquellos espacios que sólo sirven para perderlo. La televisión es un medio de entretenimiento pero no tiene que ser de pésima calidad.

Algunas sugerencias:

-Vigile lo que sus hijos ven en televisión.

-Programe la televisión, planificando su consumo.

-Dosifique el consumo de televisión, con el objetivo de que un exceso no impida acceder a las experiencias derivadas del contacto directo con la realidad.

-Por el contrario, siguiendo también consejos de Joan Ferrés, aproveche el enriquecimiento que supone el acceso, mediante las imágenes televisivas, a todas aquellas experiencias y conocimientos a los que el sujeto nunca podría tener acceso de manera directa. Hay que aprovechar la capacidad de motivación de la imagen para interesar a los sujetos por realidades a las que pueden tener acceso directo. En este caso, la imagen no anula la experiencia directa sino que la potencia, porque lo que se ve en la televisión puede llevar a descubrir dimensiones imprevistas de la realidad. Se trata de cuestionar la realidad desde la televisión, que puede ayudar a romper las rutinas perceptivas, y cuestionar la televisión desde la realidad, aprendiendo a confrontar las imágenes televisivas con la realidad.

-No utilice la televisión como niñera: “huya de la tele-canguro”, como dice María Luisa Ferrerós. La televisión es un medio y, por tanto, no podemos convertirla en una niñera que distraiga a los hijos porque negamos la esencia del aparato de televisión o la función que tiene que ejercer la familia en el hogar.

-Intente que los jóvenes que de usted dependen sean buenos telespectadores porque, con la pasividad ante la pequeña pantalla, aparentemente inocente, se corre el riesgo de convertirse en un producto ajeno.

-No deje que sean las programaciones de las diversas cadenas de televisión las que formen los criterios de sus hijos, deformen sus gustos y dirijan sus inclinaciones: “cree criterios para filtrar la información que les llega, enseñándoles a distinguir de dónde procede para saber qué valor tiene”.

Normas generales:

Ubicación de la televisión:

-Coloque la televisión en un lugar de difícil acceso, siempre dentro del salón: “el hecho de que el televisor esté situado en el lugar central de la casa llevará al niño a la convicción de que ha de ocupar el lugar central de su vida”.

-No les ponga televisor en su habitación. El hecho de que los niños dispongan de su propio aparato de televisión en su cuarto facilita que vean cualquier programa sin compañía y conviertan su espacio de trabajo escolar y descanso en recinto abierto a todo tipo de estímulos.

Hábitos de visionado:

-No deje a sus hijos solos ante la pantalla, mire la tele con ellos y estimule el diálogo, comentando con ellos los programas. Vean juntos cualquier programa, sean cuales sean sus contenidos. Cuantos más pequeños son los niños peor es el riesgo de que vean solos la televisión. Un niño nunca debe estar solo ante el televisor, pero si es inevitable conviene que después cuente lo que ha visto. Además, si no puede ver la televisión con ellos entérese de lo que ven. Sólo debería dejar a los niños solos frente al televisor cuando se emitan programas que le ofrezcan todas las garantías.

-No basta con que el niño no esté físicamente solo ante la pequeña pantalla. Es preciso que no se sienta solo como espectador, que comparta la experiencia, que pueda dialogar, confrontar. Para ello es necesario que los padres no estén tan hipnotizados como ellos ante la pequeña pantalla. Como la interpretación que los niños hacen de los mensajes televisivos depende en buena parte de los comentarios de sus padres, unas simples intervenciones durante o después del visionado servirán para potenciar los valores de la televisión y para contrarrestar sus efectos negativos.

Horarios:

-Es importante limitar el consumo de televisión por horarios y normas, estableciendo unos límites claros: se trata de controlar el tiempo que los niños pasan frente al televisor de acuerdo a la programación que echen. Aunque el tiempo de visionado variará en función de la edad, nunca debe exceder de dos horas y lo es recomendable no sobrepasar el límite de una hora diaria.

-Antes de los 8-10 años, han de ser los padres los que determinen cuánto tiempo al día puede verse la tele pero a partir de esa edad, es importante que el pequeño aprenda a dosificar la televisión para que cuando alcance la edad adulta, sepa elegir sus programas. Fijar ese tiempo de visionado con él será un método eficaz para fomentar que se muestre activo, que piense, analice y llegue a sus propias conclusiones. Hay que ayudarle a ser protagonista y no un espectador pasivo, enseñándole a seleccionar programas con criterio y a que controle por sí mismo el tiempo que dedica a la televisión.

-Por su parte, los progenitores deben planificar también sus propios tiempos para no desatender las obligaciones familiares.

Tele-responsabilidad:

-Pida cursillos sobre televisión en los colegios y escuelas de sus hijos.

-Exija a las cadenas de televisión el cumplimiento de los códigos deontológicos.

-Dé ejemplo: los niños valoran la televisión según el lugar que ésta ocupa en la vida de los adultos.

Consejos prácticos:

-No permita a sus hijos tener puesta la televisión sin voz o el sonido sin imagen.

-Enséñeles a conectar el aparato cuando empiece la emisión y desconectarlo cuando termine.

-No les deje que pongan la televisión nada más entrar en casa: antes deben asearse, merendar y contar cómo les ha ido el día.

-Evite la televisión por la mañana: “siempre es un mal principio por la pasividad que produce”.

-Tampoco es recomendable que los niños se vayan a la cama nada más terminar de ver un programa porque les puede provocar trastornos en el sueño.

-No utilice la televisión para que sus hijos se duerman.

-No les quite horas de sueño: establezca un horario fijo de acostarse y levantarse y, si hay algo muy interesante en la televisión, grábenlo para verlo otro día o en otro momento.

-Evite que los niños hagan vida delante de la televisión:

    Los pequeños no deben ver la televisión comiendo. Además, hay que evitar que la televisión esté encendida durante las comidas, que deben ser un momento de diálogo. “Cuando se utiliza la televisión para que el niño coma, se corre el riesgo de fomentar en él la adicción”. Además, fascinado por las imágenes, el pequeño suele olvidarse de masticar.

    Evite que los niños hagan los deberes del colegio viendo la televisión, ya que el esfuerzo que exige seguir un programa les impide realizar otro al mismo tiempo.

-Recuerde: “los niños funcionan mejor si tienen unos hábitos diarios”. Lo importante es que nunca dejen de hacer lo que tienen que hacer por ver la televisión ni que ésta les impida desarrollar sus actividades cotidianas. Además, lo ideal es que niños y jóvenes tengan oportunidades en las que invertir su tiempo de ocio.

-Para que se respete el horario establecido, utilice el video para grabar los programas que le interesen y verlos en otro momento, especialmente los espacios educativos o culturales y las series recomendables que no se adapten a los horarios infantiles, así como acontecimientos concretos.
-Mantenga el control del mando a distancia: el criterio que tiene que imperar es el de los padres, ellos deciden lo que hay que ver. “Seleccionemos los dibujos, programas y series que queremos que vean nuestros hijos mientras son pequeños para darles un amplio abanico de estereotipos y que tengan la posibilidad de elegir con cuál quieren identificarse”.

-Junto a ello, enseñe a sus hijos a consultar la programación antes de poner la televisión y a seleccionar los programas razonando el porqué. “La edad adecuada para empezar a trabajar el autocontrol y la responsabilidad del propio consumo televisivo sería de 8 años en las niñas y de 10 para los niños, siempre bajo la supervisión de un adulto”. A partir de esa edad, ayúdeles a que se vayan responsabilizando, dejándoles elegir los contenidos que les pueda interesar, pidiendo siempre su opinión y haciéndoles razonar sobre por qué no deben ver determinados espacios. Pero recuerde: “en última instancia, la decisión es de los adultos, somos los padres los que decidimos lo que ven nuestros hijos, cuándo y cómo lo ven”. Aunque antes, siempre hay que tratar de llegar a un compromiso.

-Ofrézcales una ocupación optativa cuando se ordene dejar de ver la televisión: la familia debe estructurar su tiempo de ocio con diferentes actividades alternativas a la televisión, los videojuegos, o el ordenador. Se trata de “establecer una rutina diaria en que la tele no les robe su tiempo de ocio”, armonizando el uso de la televisión con otras actividades complementarias en torno a las cuales se organice su tiempo libre: los jóvenes, como los adultos, deben tener actividades sustitutorias del televisor y una de ellas es la lectura.

-Comparta la televisión en familia o con amigos y anime a sus hijos a que hablen con sus amigos de lo que ven en la televisión. Hable también usted con sus hijos de televisión, escúcheles y déjeles a hablar, enseñándoles a ver la televisión con la conversación familiar. Estimule el diálogo en casa, comentando los programas que vean juntos, planteando a sus hijos cuestiones sobre lo que han visto en televisión y siempre teniendo en cuenta su opinión.

-Explique a sus hijos todo lo que pregunten sobre violencia o sexualidad. La clave está en utilizar todo lo negativo de la televisión para convertirlo en lo que no debe hacerse.

-No remita a la televisión para poner ejemplos de conducta o reforzar sus argumentos: la televisión nunca debe utilizarse como referencia.

-No utilice la televisión para premiar o castigar y tampoco castigue siempre a sus hijos a no ver televisión, porque “si el castigo es siempre el mismo pensarán que la televisión es el mayor placer”. La televisión no hay que utilizarla como un valor en sí mismo que sirve para premiar o castigar las acciones de los niños porque de ese modo convertimos a la televisión en protagonista del proceso educativo y algunos pedagogos o psicólogos creen que utilizar la televisión como premio o castigo es una manera de incrementar su valor. “Considerando la televisión una recompensa se contribuye a mitificarla, sobre todo si, en contrapartida, se convierte el estudio o la lectura en un castigo, en una carga”.

-Vigile los anuncios: la mayoría no son para niños. Por ello, lo mejor es que ponga a sus hijos programas grabados o en DVD.

-Cuidado con los programas infantiles y los dibujos animados porque no todos son adecuados: “el etiquetado de programa infantil no debe inducirnos a error y producirnos tranquilidad”. Elija bien, ya que “el mero hecho de que sean dibujos animados o una película infantil o que, incluso, estén catalogados como aptos para menores, no significa que eso sea así. No hay que desestimar el impacto subliminal de los contenidos o los mensajes psicológicos subyacentes”.

-Enseñe a sus hijos a encender y desconectar la tele cuando interesa, enséñeles a ejercitar su derecho a apagarla y hágalo usted mismo cuando no se llegue al consenso. En algunos casos, lo mejor es no discutir sobre la conveniencia de determinados programas y dar a los hijos por hecho que no pueden verlos.

-Y sobre todo, enseñe a los jóvenes telespectadores a ver la televisión predicando con el ejemplo: no sea teleadicto ni tenga miedo al aburrimiento de sus hijos. “Si los padres no marcamos límites, los niños no aprenderán a autocontrolarse. Hay que razonar con hechos”. Hay muchos padres que insisten a sus hijos para que no vean tanto la televisión y, cuando les molestan, los mandan a ver la televisión para “quitárselos de encima”.

Propuestas de actividades:

Se trata, en definitiva, de crear alternativas positivas

Para hacer: algunas actividades prácticas para crear buenos telespectadores

Una vida sin televisión:

-Inventar juegos en lugar de ver la televisión.

-Contar cuentos a los hijos.

-Contarles películas, preferentemente basadas en libros.

-Ver cine en casa y otro día ir a ver una película al cine y después comparar.

-Escoger un cuento en distintos soportes –por ejemplo, ver una película tras leerse la historia-para que expliquen las diferencias que hay entre ellos.

-Mirar la realidad a través del objetivo de la cámara de fotos o mejor, de video.

-Ir a exposiciones de fotografía: se trata de ampliar la cultura de la imagen a otros ámbitos: cine, fotografía, pintura, etc.

-Preguntar a los abuelos qué hacían de pequeños, cómo era la vida sin televisión.

-Experimentar un día sin televisión: permita a sus hijos descubrir que se puede vivir sin televisión, estableciendo un día, una semana o mejor, un mes (puede ser en vacaciones) sin ella. ¡Que discurran ellos las actividades que se pueden hacer!

Actividades con televisión:

-Escribir una carta al director para quejarse de algo.

-Ponerse detrás de la cámara de video y filmar algo para verlo después.

-Hacer una lista de propuestas de consumo racional de la televisión

-Diseñar la cadena ideal de televisión: ¿qué pondrían en ella?

-Planificar el visionado de televisión elaborando una parrilla de programación, algo así como “el menú de la semana”.

-Hacer una propuesta de programa infantil o juvenil, que también puede enviarse a las cadenas de televisión.

-Asistir a un programa de televisión para conocer el medio.

-También se puede participar en algunos programas desde casa, por ejemplo respondiendo a las preguntas que se plantean en los concursos culturales.

-Buscar videos o programas que cumplan una función relevante en el proceso de enseñanza-aprendizaje y ponérselos a los niños para después comentarlos.

-Recrear el medio, organizando producciones en casa. Se puede hacer un debate sobre cualquier tema de actualidad o de especial interés para los menores, organizar un concurso de televisión con los amigos de los hijos, montar un telediario con noticias del barrio, el colegio y la familia o recrear un programa de entretenimiento.

-Hacer una lista de programas interesantes y puntuarlos. Grabarlos y ponerlos después para comentarlos buscando los aspectos más positivos de cada uno. Se trata de crear algo así como un “taller de televisión” en el que se analicen los debates, reportajes, documentales, series, concursos, dibujos animados, noticias, publicidad, videoclips y cine que ponen en la pequeña pantalla.

-Utilizar la televisión como proveedor de contenidos para crear una videoteca familiar con los mejores programas, que se irán grabando y archivando con su título, fecha de emisión, duración...

-Aprovechar la influencia de la televisión en momentos delicados en la vida del niño, como la pérdida de un ser querido, la adopción (hay muchas las películas sobre huérfanos), la separación de los padres o cualquier cambio que se produzca en su vida. Muchas series abordan temas cotidianos.

Jugar con televisión:

-Elegir una noticia e intentar adivinar de qué cadena procede.

-Convertir una película seria en una de risa, una de acción en una de amor...

-Animar a los niños a que inventen chistes sobre determinados programas de televisión.

-Pedirles que narren un programa o película que hayan visto o mejor, que lo pongan por escrito.

-Escenificar programas o anuncios de televisión y que los demás adivinen de cuál se trata.

-Pedir a los hijos que busquen un final para el capítulo de una serie o película o ponerles a pensar cómo continuará el siguiente episodio.

-Probar a hablar como en la televisión: ¿Es fácil? ¿Es cómodo? ¿Dicen muchas palabras descompuestas? ¿Podemos expresarnos como el señor que da las noticias?

-Utilizar el lenguaje de la televisión: se trata de eliminar el sonido de una escena poniendo la televisión sin voz para fijarse en las imágenes y tratar de adivinar qué están diciendo y, después, poner la tele sin imagen, para que aprendan a escuchar la banda sonora y tratar de adivinar qué está saliendo en pantalla sin dejarles ver la imagen grabada: que sean ellos quienes sustituyan las palabras o describan las imágenes.

-Representar a un niño y a un adulto viendo la televisión cambiándose los papeles, es decir, el padre hace de hijo y éste de progenitor.

-Ponerse en la piel de un famoso, hacer de algún personaje de la televisión para ver cómo se siente. Se trata de dramatizar la situación, de jugar a ser actor... de televisión.

-Jugar a cambiar los sexos de una serie o película para que, haciendo el chico de chica y viceversa, puedan comprender y rectificar las actitudes sexistas. Lo mismo puede hacerse con minorías étnicas para que se pongan en la piel del discriminado.

-Y para terminar, un experimento: cuando sus hijos estén enfrascados en sus programas favoritos o extasiados ante una emocionante película, propóngales un juego que sepa que les guste, ¡a ver si consigue que se despeguen del televisor!

En colaboración con la escuela:

-Pedir a la asociación de madres y padres de alumnos que se organicen conferencias deformación de telespectadores.

-Realizar visitas a medios para ver la televisión por dentro acompañando a la clase de los hijos.

-Crear una emisora de televisión o radio o un periódico escolar en colaboración con los padres.

-Hacer un video educativo, con publicidad incluida, desde la grabación hasta las últimas fases de edición y montaje, en colaboración con los alumnos.

Con los anuncios:

-Seleccionar anuncios positivos e identificar los engañosos demostrando porqué lo son.

-Jugar a las adivinanzas con productos que se anuncien en la televisión.

-Intentar adivinar los trucos de la publicidad. Para ello se pueden grabar varios anuncios y pasarlos después varias veces lentamente.

-Hacer carteles o pósters de anuncios positivos y decorar el cuarto con ellos por un día.

-Representar anuncios en los que se venda un producto inventado, para que los niños comprendan la manipulación de la publicidad.

-Dramatizar un anuncio de televisión. Idearlo y escenificarlo ante los padres, tíos o abuelos. Es importante hacer hincapié en la publicidad persuasiva, intentar convencer al que lo está viendo de que compre el producto.

-Hacer “la prueba del algodón”: se trata de enseñar a los hijos a comprobar por sí mismos cómo miente la publicidad, “demostrándoles cuánto hay de verdad y de mentira en un anuncio”. Por ejemplo, después de ver el anuncio en el que una gota de detergente cae sobre un plato cubierto de grasa dejándolo completamente limpio o uno de detergentes para ropa, se puede trasladar a los niños a la cocina para experimentar con un plato sucio o ensuciando una prenda que ya no sirva para intentar quitarle las manchas con sólo meterla un segundo en el agua con detergente.

Para charlar: propuestas para la reflexión sobre televisión

-Analizar el lenguaje de la televisión.

-Hablar de otras formas de comunicación.

-Imaginar una vida sin televisión: ¿cómo sería?-Servirse de los informativos como ocasión de diálogo crítico sobre la realidad.

-Ver juntos programas de televisión y analizar críticamente sus mensajes después.

-Criticar programas de televisión y dejar que los hijos recomienden algunos a los padres.

-Comparar sus preferencias televisivas con las de sus hijos. Piense qué cree que a ellos les gusta y después pregúnteles.

-Definir nuestros hábitos como telespectadores, pensar en cómo vemos la tele, reflexionando sobre el comportamiento que tenemos los adultos y los niños y niñas frente a la pequeña pantalla.

-¿Qué es la televisión, para qué sirve?-¿Por qué crees que la gente ve la televisión?

-¿Qué te gusta de la televisión? ¿Qué no?

-¿Qué es lo que más te atrae de la televisión?¿Qué pondrías y qué quitarías de la programación de televisión?

-¿Cómo nos influye, qué nos perjudica?

-¿Influye en tus gustos lo que ves en televisión?

-Tus héroes de la televisión, ¿son reales? ¿Qué te gusta de ellos, qué no?

-¿Cómo nos divertimos?

-¿Cómo nos divierte la televisión? ¿Y sus personajes?

-¿Representan las series de televisión la realidad?

-¿Qué sientes ante la violencia en televisión, cómo te sientes después de ver una escena violenta?

-¿Cómo entretiene la televisión, qué es lo que te entretiene?

-La televisión ¿es un vicio? Comparar con otras adicciones. Se trata de hacerles conscientes de que la televisión te hace adicto como cualquier adicción.

-¿Compras más porque ves la televisión?

-Hacer una lista de cosas que se han comprado pero que son innecesarias.

-Buscar diferencias entre las distintas emisoras.

-Analizar las noticias: ¿qué cosas has aprendido de la vida a través de los informativos?

-Analizar la influencia de la televisión y sus efectos positivos y negativos: valores y contravalores, el consumismo, la comunicación y/o incomunicación...

-Se trata, en fin, de hablar de los medios de comunicación: pida a sus hijos que describan los programas que ven en televisión, que confiesen cuáles les gustan más y porqué, que describan sus programas favoritos. Aproveche para responder a las dudas y preguntas que tengan sobre lo que han visto.

Ante la publicidad:

“La mejor vacuna contra los efectos publicitarios es la información y el conocimiento de sus propósitos”.

-¿En qué te fijas de los anuncios?
-¿Hay anuncios para niños? ¿Cuáles?
-Enseñe a sus hijos a diferenciar los contenidos de la televisión con los de la publicidad.

-Profundice sobre las ideas de tener y no tener, lo que se necesita, los caprichos, el ahorro...
-Desarrolle el interés de sus hijos por conocer las técnicas de la publicidad y ayúdales a identificar el exceso y la exageración de los anuncios, las falsas promesas, los cuerpos irreales, la publicidad encubierta y subliminal, el emplazamiento de productos y el maquillaje de éstos.

-Desarrolle en sus hijos mecanismos de defensa frente a los mensajes persuasivos: provoque el espíritu crítico de los niños ante la publicidad llevando a cabo el análisis publicitario en la vida cotidiana.

Para poner en lugar visible:

10 consejos para los pequeños de la casa:

1.      No veas solo la televisión.
2.      No veas todo lo que ponen en la tele.
3.      No llenes todo tu tiempo ante el televisor.
4.      Pon la tele después de merendar y deja tiempo para jugar.
5.      Habla de los que has visto en televisión con tus padres y con tus amigos.
6.      No te creas todo lo que te cuentan en la tele.
7.      Critica la publicidad, a veces los anuncios exageran mucho.
8.      Benefíciate de lo bueno de la televisión, que también enseña cosas interesantes.
9.      Consulta la programación antes de encender el televisor para elegir lo que quieres ver.
10.  Apaga la televisión cuando te aburra y ponte a hacer otra cosa: la aventura no está en la televisión, te espera fuera y tienes que participar en ella

Fuente:
Imágenes
https://www.google.com.do/search?q=televisi%C3%B3n+educativa&biw=1008&bih=602&source=lnms&tbm=isch&sa=X&sqi=2&ved=0ahUKEwiklMKamufOAhVH8x4KHUU4Du8Q_AUIBigB#imgrc=1eRdVJZ3v_GgNM%3A


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