Educar
viendo televisión
“Aspirar a que la
televisión llegue a ser un medio útil para la educación y el desarrollo
cultural de los pueblos sigue siendo una utopía realizable”.
“Aprender a sacarle
partido a la televisión y educar con ella es nuestra asignatura pendiente. Sólo
es cuestión de echarle un poco de imaginación”. Así lo cree la autora María
Luisa Ferrerós, que está convencida de que “a ese maravilloso aparato eléctrico
se le puede sacar mucho partido. Sí, la televisión también es un elemento
mágico en nuestras vidas y puede convertirse en uno de nuestros mejores aliados
educativos. La ventana mágica acompaña el crecimiento de nuestros hijos; ellos
no han conocido un mundo sin televisión. Enseñarles a disfrutar de ella como
una herramienta educativa y de placer está en nuestras manos. De nosotros
depende que le saquen el mejor y mayor partido. La tele puede ser un buen
recurso comunicativo. No olvidemos que no deja de ser un electrodoméstico y que
siempre dependerá del uso que nosotros decidamos darle. Todo depende del
cristal con el que se mire. La televisión es un fiel reflejo de la sociedad en
la que vivimos y será en el futuro tal como ayudemos a construirla con nuestros
hijos. Con su ayuda, ayudaremos a cambiar el rumbo de nuestra querida televisión”.
En este sentido,
prohibir ver la televisión no es nunca recomendable, ya que la televisión puede
convertirse en un aliado muy eficaz para ayudarnos a solucionar problemas o
para explicar nuevas situaciones a los niños e, incluso, para abordar
determinados temas e iniciar el diálogo entre padres e hijos. Por todo ello, la
solución a la telebasura no pasa por prescindir del televisor, sino por enseñar
a los chicos a utilizarlo de forma inteligente, con criterio, no para ser
esclavos de la televisión sino para aprender o entretenerse de forma sana con ella.
En definitiva, la televisión se puede aprovechar como un medio útil para la
educación. De ahí la necesidad de educar para la comunicación, estableciendo
mediaciones entre los contenidos de la televisión y los receptores de los
mensajes.
Son muchos los autores
que llevan décadas defendiendo que los medios de comunicación son agentes
educadores. Para Margarita Riviére, por ejemplo, “los medios de comunicación
son educación”. Esta autora se refiere al “enorme poder que han alcanzado los
medios de comunicación en nuestra época” y alerta de su poder educador. Para
ella, los medios suministran una verdadera educación permanente que transmite
valores” que, a su vez, “se enfrentan con los valores que más habitualmente
promueve la escuela”. Y Mª Luisa Ferrerós lo dice bien claro: “la televisión
bien utilizada puede ser una perfecta herramienta educativa”. Lolo Rico lo
corrobora: “cuando el mensaje que se envía a través del medio es enriquecedor,
[las características de la televisión] se convierten en elementos dignos de
tenerse en cuenta en la educación. Cronológicamente hablando, ésta debería
iniciarse, desde la propia pantalla, cuando los niños son pequeños y el
vehículo idóneo serán los programas preescolares”. Y Joan Ferrés propone
“educar en la cultura del espectáculo”. La clave está en una educación
multimedia, utilizando para educar, en casa y en la escuela, diferentes medios,
aprovechando las ventajas de cada uno de ellos. Se trata de educar para ver
críticamente la televisión.
No nos engañemos: “es a
través de la pequeña pantalla y de la programación llamada de entretenimiento
como se educa –o todo lo contrario-a las jóvenes generaciones”. Muchos padres
se muestran asombrados por la cantidad de cosas que saben sus hijos, incluso
los de más corta edad; todos esos conocimientos los han aprendido con la
televisión. Y es que el discurso de la imagen tiene, evidentemente, mayor
eficacia que cualquier otro de la educación tradicional.
“Utilicemos la propia televisión para formar
espectadores con mirada inteligente”: porque cuando sean mayores seguirán
pasando más tiempo delante de la televisión que en cualquier otra actividad
ociosa, debemos enseñar a nuestros hijos a elegir programas inteligentes.
Consejos
para utilizar la televisión aprovechando su potencial educativo
“La televisión dejará
de ser un medio que adormece para convertirse en un medio que enriquece”.
Se trata de controlar
el uso que los niños hacen de la televisión, tanto en contenidos como en
tiempo, desmitificando los medios de comunicación, favoreciendo que se sientan
protagonistas de su libertad y fomentando la creatividad y desarrollando
mecanismos de defensa frente a los mensajes persuasivos. Se trata, en
definitiva, de “tomar conciencia que podemos aprovechar los programas de TV para
que niños y niñas aprendan cosas nuevas, expresen lo que se sienten, o para
reforzar u orientar en ellos valores que para nosotros son importantes”. Se
trata, en fin, de vigilar sin coaccionar, no de prohibir.
A
tener en cuenta:
-“Los padres tienen que
enseñar a ver programas de televisión y nunca a ver televisión: éste es el
primer paso para iniciar a los más pequeños en la selección de contenidos”.
-Se trata de utiliza la
tele para enseñar, convirtiéndola en un instrumento interactivo.
-Lo que está claro es
que “no conviene prohibirles la televisión porque se enganchan más”.
-A partir de los 7 u 8
años, los niños pueden ver las noticias siempre que sea en compañía de sus
mayores.
-Sin embargo, los más
jóvenes nunca pueden ver bajo su capricho, aunque sea acompañados, cualquier
espacio de la parrilla de televisión.
Para
pensar:
-Los padres tiene que
trasmitir en primer lugar los valores morales en la familia y, posteriormente,
contrastar y comprobar estos valores en los contenidos mediáticos.
-Los padres han de ser
críticos con aquellos programas infantiles que no respeten los valores y
derechos de los niños.
-Los padres han de
tratar de equilibrar los contenidos que seleccionen para ver en compañía de los
niños y jóvenes.
-Los padres tiene que
informarse del contenido de los programas de televisión que se ven en su hogar
con anterioridad al visionado de éstos. Esto facilitará a los progenitores el
conocimiento de los efectos que determinados programas tienen en sus hijos.
-Los progenitores
tienen que presentar a los más jóvenes aquellos programas que muestren
contenidos relacionados con el ocio, la cultura, la naturaleza, etc., evitando
aquellos insustanciales o superficiales.
-Los padres tienen que
considerar también los anuncios publicitarios como un contenido muy importante
de la televisión y que ejerce una poderosa influencia hipnótica en los niños
más pequeños.
-La familia ha de
orientar a los niños hacia la conducta ejemplar de personajes reales mejor que
héroes inexistentes o imaginarios. De estos últimos habrá que extraer lo mejor
y contrastarlo con ejemplos de la vida cotidiana.
-La familia tiene que
dedicar su tiempo a programas de televisión de calidad y evitar aquellos
espacios que sólo sirven para perderlo. La televisión es un medio de
entretenimiento pero no tiene que ser de pésima calidad.
Algunas
sugerencias:
-Vigile lo que sus
hijos ven en televisión.
-Programe la televisión,
planificando su consumo.
-Dosifique el consumo
de televisión, con el objetivo de que un exceso no impida acceder a las
experiencias derivadas del contacto directo con la realidad.
-Por el contrario,
siguiendo también consejos de Joan Ferrés, aproveche el enriquecimiento que supone
el acceso, mediante las imágenes televisivas, a todas aquellas experiencias y
conocimientos a los que el sujeto nunca podría tener acceso de manera directa.
Hay que aprovechar la capacidad de motivación de la imagen para interesar a los
sujetos por realidades a las que pueden tener acceso directo. En este caso, la
imagen no anula la experiencia directa sino que la potencia, porque lo que se
ve en la televisión puede llevar a descubrir dimensiones imprevistas de la
realidad. Se trata de cuestionar la realidad desde la televisión, que puede
ayudar a romper las rutinas perceptivas, y cuestionar la televisión desde la
realidad, aprendiendo a confrontar las imágenes televisivas con la realidad.
-No utilice la
televisión como niñera: “huya de la tele-canguro”, como dice María Luisa
Ferrerós. La televisión es un medio y, por tanto, no podemos convertirla en una
niñera que distraiga a los hijos porque negamos la esencia del aparato de
televisión o la función que tiene que ejercer la familia en el hogar.
-Intente que los
jóvenes que de usted dependen sean buenos telespectadores porque, con la
pasividad ante la pequeña pantalla, aparentemente inocente, se corre el riesgo
de convertirse en un producto ajeno.
-No deje que sean las
programaciones de las diversas cadenas de televisión las que formen los
criterios de sus hijos, deformen sus gustos y dirijan sus inclinaciones: “cree
criterios para filtrar la información que les llega, enseñándoles a distinguir
de dónde procede para saber qué valor tiene”.
Normas
generales:
Ubicación
de la televisión:
-Coloque la televisión
en un lugar de difícil acceso, siempre dentro del salón: “el hecho de que el
televisor esté situado en el lugar central de la casa llevará al niño a la
convicción de que ha de ocupar el lugar central de su vida”.
-No les ponga televisor
en su habitación. El hecho de que los niños dispongan de su propio aparato de
televisión en su cuarto facilita que vean cualquier programa sin compañía y
conviertan su espacio de trabajo escolar y descanso en recinto abierto a todo
tipo de estímulos.
Hábitos
de visionado:
-No deje a sus hijos
solos ante la pantalla, mire la tele con ellos y estimule el diálogo,
comentando con ellos los programas. Vean juntos cualquier programa, sean cuales
sean sus contenidos. Cuantos más pequeños son los niños peor es el riesgo de
que vean solos la televisión. Un niño nunca debe estar solo ante el televisor,
pero si es inevitable conviene que después cuente lo que ha visto. Además, si
no puede ver la televisión con ellos entérese de lo que ven. Sólo debería dejar
a los niños solos frente al televisor cuando se emitan programas que le
ofrezcan todas las garantías.
-No basta con que el
niño no esté físicamente solo ante la pequeña pantalla. Es preciso que no se
sienta solo como espectador, que comparta la experiencia, que pueda dialogar,
confrontar. Para ello es necesario que los padres no estén tan hipnotizados
como ellos ante la pequeña pantalla. Como la interpretación que los niños hacen
de los mensajes televisivos depende en buena parte de los comentarios de sus
padres, unas simples intervenciones durante o después del visionado servirán
para potenciar los valores de la televisión y para contrarrestar sus efectos
negativos.
Horarios:
-Es importante limitar
el consumo de televisión por horarios y normas, estableciendo unos límites
claros: se trata de controlar el tiempo que los niños pasan frente al televisor
de acuerdo a la programación que echen. Aunque el tiempo de visionado variará
en función de la edad, nunca debe exceder de dos horas y lo es recomendable no
sobrepasar el límite de una hora diaria.
-Antes de los 8-10
años, han de ser los padres los que determinen cuánto tiempo al día puede verse
la tele pero a partir de esa edad, es importante que el pequeño aprenda a
dosificar la televisión para que cuando alcance la edad adulta, sepa elegir sus
programas. Fijar ese tiempo de visionado con él será un método eficaz para
fomentar que se muestre activo, que piense, analice y llegue a sus propias
conclusiones. Hay que ayudarle a ser protagonista y no un espectador pasivo,
enseñándole a seleccionar programas con criterio y a que controle por sí mismo
el tiempo que dedica a la televisión.
-Por su parte, los
progenitores deben planificar también sus propios tiempos para no desatender
las obligaciones familiares.
Tele-responsabilidad:
-Pida
cursillos sobre televisión en los colegios y escuelas de sus hijos.
-Exija a las cadenas de
televisión el cumplimiento de los códigos deontológicos.
-Dé ejemplo: los niños
valoran la televisión según el lugar que ésta ocupa en la vida de los adultos.
Consejos
prácticos:
-No permita a sus hijos tener puesta la televisión sin
voz o el sonido sin imagen.
-Enséñeles a conectar el aparato cuando empiece la
emisión y desconectarlo cuando termine.
-No les deje que pongan
la televisión nada más entrar en casa: antes deben asearse, merendar y contar
cómo les ha ido el día.
-Evite la televisión
por la mañana: “siempre es un mal principio por la pasividad que produce”.
-Tampoco es
recomendable que los niños se vayan a la cama nada más terminar de ver un
programa porque les puede provocar trastornos en el sueño.
-No utilice la televisión para que sus hijos se
duerman.
-No les quite horas de
sueño: establezca un horario fijo de acostarse y levantarse y, si hay algo muy
interesante en la televisión, grábenlo para verlo otro día o en otro momento.
-Evite que los niños hagan vida delante de la televisión:
Los pequeños no deben ver la televisión comiendo.
Además, hay que evitar que la televisión esté encendida durante las comidas,
que deben ser un momento de diálogo. “Cuando se utiliza la televisión para que
el niño coma, se corre el riesgo de fomentar en él la adicción”. Además,
fascinado por las imágenes, el pequeño suele olvidarse de masticar.
Evite que los niños hagan los deberes del
colegio viendo la televisión, ya que el esfuerzo que exige seguir un programa
les impide realizar otro al mismo tiempo.
-Recuerde: “los niños
funcionan mejor si tienen unos hábitos diarios”. Lo importante es que nunca
dejen de hacer lo que tienen que hacer por ver la televisión ni que ésta les
impida desarrollar sus actividades cotidianas. Además, lo ideal es que niños y
jóvenes tengan oportunidades en las que invertir su tiempo de ocio.
-Para que se respete el
horario establecido, utilice el video para grabar los programas que le
interesen y verlos en otro momento, especialmente los espacios educativos o
culturales y las series recomendables que no se adapten a los horarios
infantiles, así como acontecimientos concretos.
-Mantenga el control
del mando a distancia: el criterio que tiene que imperar es el de los padres,
ellos deciden lo que hay que ver. “Seleccionemos los dibujos, programas y
series que queremos que vean nuestros hijos mientras son pequeños para darles
un amplio abanico de estereotipos y que tengan la posibilidad de elegir con
cuál quieren identificarse”.
-Junto a ello, enseñe a
sus hijos a consultar la programación antes de poner la televisión y a
seleccionar los programas razonando el porqué. “La edad adecuada para empezar a
trabajar el autocontrol y la responsabilidad del propio consumo televisivo
sería de 8 años en las niñas y de 10 para los niños, siempre bajo la
supervisión de un adulto”. A partir de esa edad, ayúdeles a que se vayan
responsabilizando, dejándoles elegir los contenidos que les pueda interesar,
pidiendo siempre su opinión y haciéndoles razonar sobre por qué no deben ver
determinados espacios. Pero recuerde: “en última instancia, la decisión es de
los adultos, somos los padres los que decidimos lo que ven nuestros hijos,
cuándo y cómo lo ven”. Aunque antes, siempre hay que tratar de llegar a un
compromiso.
-Ofrézcales una
ocupación optativa cuando se ordene dejar de ver la televisión: la familia debe
estructurar su tiempo de ocio con diferentes actividades alternativas a la
televisión, los videojuegos, o el ordenador. Se trata de “establecer una rutina
diaria en que la tele no les robe su tiempo de ocio”, armonizando el uso de la
televisión con otras actividades complementarias en torno a las cuales se
organice su tiempo libre: los jóvenes, como los adultos, deben tener
actividades sustitutorias del televisor y una de ellas es la lectura.
-Comparta la televisión
en familia o con amigos y anime a sus hijos a que hablen con sus amigos de lo
que ven en la televisión. Hable también usted con sus hijos de televisión,
escúcheles y déjeles a hablar, enseñándoles a ver la televisión con la
conversación familiar. Estimule el diálogo en casa, comentando los programas
que vean juntos, planteando a sus hijos cuestiones sobre lo que han visto en
televisión y siempre teniendo en cuenta su opinión.
-Explique a sus hijos
todo lo que pregunten sobre violencia o sexualidad. La clave está en utilizar
todo lo negativo de la televisión para convertirlo en lo que no debe hacerse.
-No remita a la
televisión para poner ejemplos de conducta o reforzar sus argumentos: la
televisión nunca debe utilizarse como referencia.
-No utilice la
televisión para premiar o castigar y tampoco castigue siempre a sus hijos a no
ver televisión, porque “si el castigo es siempre el mismo pensarán que la televisión
es el mayor placer”. La televisión no hay que utilizarla como un valor en sí mismo
que sirve para premiar o castigar las acciones de los niños porque de ese modo
convertimos a la televisión en protagonista del proceso educativo y algunos
pedagogos o psicólogos creen que utilizar la televisión como premio o castigo
es una manera de incrementar su valor. “Considerando la televisión una
recompensa se contribuye a mitificarla, sobre todo si, en contrapartida, se
convierte el estudio o la lectura en un castigo, en una carga”.
-Vigile los anuncios:
la mayoría no son para niños. Por ello, lo mejor es que ponga a sus hijos
programas grabados o en DVD.
-Cuidado con los
programas infantiles y los dibujos animados porque no todos son adecuados: “el
etiquetado de programa infantil no debe inducirnos a error y producirnos
tranquilidad”. Elija bien, ya que “el mero hecho de que sean dibujos animados o
una película infantil o que, incluso, estén catalogados como aptos para
menores, no significa que eso sea así. No hay que desestimar el impacto
subliminal de los contenidos o los mensajes psicológicos subyacentes”.
-Enseñe a sus hijos a
encender y desconectar la tele cuando interesa, enséñeles a ejercitar su
derecho a apagarla y hágalo usted mismo cuando no se llegue al consenso. En
algunos casos, lo mejor es no discutir sobre la conveniencia de determinados
programas y dar a los hijos por hecho que no pueden verlos.
-Y sobre todo, enseñe a
los jóvenes telespectadores a ver la televisión predicando con el ejemplo: no
sea teleadicto ni tenga miedo al aburrimiento de sus hijos. “Si los padres no
marcamos límites, los niños no aprenderán a autocontrolarse. Hay que razonar
con hechos”. Hay muchos padres que insisten a sus hijos para que no vean tanto
la televisión y, cuando les molestan, los mandan a ver la televisión para
“quitárselos de encima”.
Propuestas
de actividades:
Se trata, en definitiva, de crear alternativas
positivas
Para
hacer: algunas actividades prácticas para crear buenos telespectadores
Una
vida sin televisión:
-Inventar juegos en
lugar de ver la televisión.
-Contar cuentos a los
hijos.
-Contarles películas,
preferentemente basadas en libros.
-Ver cine en casa y
otro día ir a ver una película al cine y después comparar.
-Escoger un cuento en
distintos soportes –por ejemplo, ver una película tras leerse la historia-para
que expliquen las diferencias que hay entre ellos.
-Mirar la realidad a
través del objetivo de la cámara de fotos o mejor, de video.
-Ir a exposiciones de
fotografía: se trata de ampliar la cultura de la imagen a otros ámbitos: cine,
fotografía, pintura, etc.
-Preguntar a los
abuelos qué hacían de pequeños, cómo era la vida sin televisión.
-Experimentar un día
sin televisión: permita a sus hijos descubrir que se puede vivir sin televisión,
estableciendo un día, una semana o mejor, un mes (puede ser en vacaciones) sin
ella. ¡Que discurran ellos las actividades que se pueden hacer!
Actividades
con televisión:
-Escribir una carta al director para quejarse de
algo.
-Ponerse detrás de la cámara de video y filmar algo
para verlo después.
-Hacer una lista de propuestas de consumo racional
de la televisión
-Diseñar la cadena ideal de televisión: ¿qué
pondrían en ella?
-Planificar el
visionado de televisión elaborando una parrilla de programación, algo así como
“el menú de la semana”.
-Hacer una propuesta de
programa infantil o juvenil, que también puede enviarse a las cadenas de
televisión.
-Asistir a un programa de televisión para conocer el
medio.
-También se puede
participar en algunos programas desde casa, por ejemplo respondiendo a las
preguntas que se plantean en los concursos culturales.
-Buscar videos o
programas que cumplan una función relevante en el proceso de
enseñanza-aprendizaje y ponérselos a los niños para después comentarlos.
-Recrear el medio,
organizando producciones en casa. Se puede hacer un debate sobre cualquier tema
de actualidad o de especial interés para los menores, organizar un concurso de
televisión con los amigos de los hijos, montar un telediario con noticias del
barrio, el colegio y la familia o recrear un programa de entretenimiento.
-Hacer una lista de
programas interesantes y puntuarlos. Grabarlos y ponerlos después para
comentarlos buscando los aspectos más positivos de cada uno. Se trata de crear
algo así como un “taller de televisión” en el que se analicen los debates,
reportajes, documentales, series, concursos, dibujos animados, noticias,
publicidad, videoclips y cine que ponen en la pequeña pantalla.
-Utilizar la televisión
como proveedor de contenidos para crear una videoteca familiar con los mejores
programas, que se irán grabando y archivando con su título, fecha de emisión,
duración...
-Aprovechar la
influencia de la televisión en momentos delicados en la vida del niño, como la
pérdida de un ser querido, la adopción (hay muchas las películas sobre
huérfanos), la separación de los padres o cualquier cambio que se produzca en
su vida. Muchas series abordan temas cotidianos.
Jugar
con televisión:
-Elegir una noticia e
intentar adivinar de qué cadena procede.
-Convertir una película
seria en una de risa, una de acción en una de amor...
-Animar a los niños a
que inventen chistes sobre determinados programas de televisión.
-Pedirles que narren un
programa o película que hayan visto o mejor, que lo pongan por escrito.
-Escenificar programas
o anuncios de televisión y que los demás adivinen de cuál se trata.
-Pedir a los hijos que
busquen un final para el capítulo de una serie o película o ponerles a pensar
cómo continuará el siguiente episodio.
-Probar a hablar como en
la televisión: ¿Es fácil? ¿Es cómodo? ¿Dicen muchas palabras descompuestas? ¿Podemos
expresarnos como el señor que da las noticias?
-Utilizar el lenguaje
de la televisión: se trata de eliminar el sonido de una escena poniendo la televisión
sin voz para fijarse en las imágenes y tratar de adivinar qué están diciendo y,
después, poner la tele sin imagen, para que aprendan a escuchar la banda sonora
y tratar de adivinar qué está saliendo en pantalla sin dejarles ver la imagen
grabada: que sean ellos quienes sustituyan las palabras o describan las
imágenes.
-Representar a un niño
y a un adulto viendo la televisión cambiándose los papeles, es decir, el padre
hace de hijo y éste de progenitor.
-Ponerse en la piel de
un famoso, hacer de algún personaje de la televisión para ver cómo se siente. Se
trata de dramatizar la situación, de jugar a ser actor... de televisión.
-Jugar a cambiar los
sexos de una serie o película para que, haciendo el chico de chica y viceversa,
puedan comprender y rectificar las actitudes sexistas. Lo mismo puede hacerse con
minorías étnicas para que se pongan en la piel del discriminado.
-Y para terminar, un
experimento: cuando sus hijos estén enfrascados en sus programas favoritos o
extasiados ante una emocionante película, propóngales un juego que sepa que les
guste, ¡a ver si consigue que se despeguen del televisor!
En
colaboración con la escuela:
-Pedir a la asociación
de madres y padres de alumnos que se organicen conferencias deformación de
telespectadores.
-Realizar visitas a
medios para ver la televisión por dentro acompañando a la clase de los hijos.
-Crear una emisora de
televisión o radio o un periódico escolar en colaboración con los padres.
-Hacer un video
educativo, con publicidad incluida, desde la grabación hasta las últimas fases
de edición y montaje, en colaboración con los alumnos.
Con
los anuncios:
-Seleccionar anuncios
positivos e identificar los engañosos demostrando porqué lo son.
-Jugar a las
adivinanzas con productos que se anuncien en la televisión.
-Intentar adivinar los
trucos de la publicidad. Para ello se pueden grabar varios anuncios y pasarlos
después varias veces lentamente.
-Hacer carteles o
pósters de anuncios positivos y decorar el cuarto con ellos por un día.
-Representar anuncios
en los que se venda un producto inventado, para que los niños comprendan la
manipulación de la publicidad.
-Dramatizar un anuncio
de televisión. Idearlo y escenificarlo ante los padres, tíos o abuelos. Es
importante hacer hincapié en la publicidad persuasiva, intentar convencer al
que lo está viendo de que compre el producto.
-Hacer “la prueba del
algodón”: se trata de enseñar a los hijos a comprobar por sí mismos cómo miente
la publicidad, “demostrándoles cuánto hay de verdad y de mentira en un anuncio”.
Por ejemplo, después de ver el anuncio en el que una gota de detergente cae
sobre un plato cubierto de grasa dejándolo completamente limpio o uno de
detergentes para ropa, se puede trasladar a los niños a la cocina para
experimentar con un plato sucio o ensuciando una prenda que ya no sirva para
intentar quitarle las manchas con sólo meterla un segundo en el agua con
detergente.
Para
charlar: propuestas para la reflexión sobre televisión
-Analizar
el lenguaje de la televisión.
-Hablar
de otras formas de comunicación.
-Imaginar
una vida sin televisión: ¿cómo sería?-Servirse de los informativos como ocasión
de diálogo crítico sobre la realidad.
-Ver
juntos programas de televisión y analizar críticamente sus mensajes después.
-Criticar
programas de televisión y dejar que los hijos recomienden algunos a los padres.
-Comparar
sus preferencias televisivas con las de sus hijos. Piense qué cree que a ellos
les gusta y después pregúnteles.
-Definir
nuestros hábitos como telespectadores, pensar en cómo vemos la tele,
reflexionando sobre el comportamiento que tenemos los adultos y los niños y
niñas frente a la pequeña pantalla.
-¿Qué
es la televisión, para qué sirve?-¿Por qué crees que la gente ve la televisión?
-¿Qué
te gusta de la televisión? ¿Qué no?
-¿Qué es lo que más te
atrae de la televisión?¿Qué pondrías y qué quitarías de la programación de
televisión?
-¿Cómo nos influye, qué
nos perjudica?
-¿Influye en tus gustos
lo que ves en televisión?
-Tus héroes de la televisión,
¿son reales? ¿Qué te gusta de ellos, qué no?
-¿Cómo nos divertimos?
-¿Cómo nos divierte la
televisión? ¿Y sus personajes?
-¿Representan las series
de televisión la realidad?
-¿Qué sientes ante la
violencia en televisión, cómo te sientes después de ver una escena violenta?
-¿Cómo entretiene la televisión,
qué es lo que te entretiene?
-La televisión ¿es un
vicio? Comparar con otras adicciones. Se trata de hacerles conscientes de que
la televisión te hace adicto como cualquier adicción.
-¿Compras más porque
ves la televisión?
-Hacer una lista de
cosas que se han comprado pero que son innecesarias.
-Buscar diferencias
entre las distintas emisoras.
-Analizar las noticias:
¿qué cosas has aprendido de la vida a través de los informativos?
-Analizar la influencia
de la televisión y sus efectos positivos y negativos: valores y contravalores,
el consumismo, la comunicación y/o incomunicación...
-Se trata, en fin, de
hablar de los medios de comunicación: pida a sus hijos que describan los programas
que ven en televisión, que confiesen cuáles les gustan más y porqué, que
describan sus programas favoritos. Aproveche para responder a las dudas y
preguntas que tengan sobre lo que han visto.
Ante
la publicidad:
“La
mejor vacuna contra los efectos publicitarios es la información y el conocimiento
de sus propósitos”.
-¿En qué te fijas de
los anuncios?
-¿Hay anuncios para
niños? ¿Cuáles?
-Enseñe a sus hijos a
diferenciar los contenidos de la televisión con los de la publicidad.
-Profundice sobre las
ideas de tener y no tener, lo que se necesita, los caprichos, el ahorro...
-Desarrolle el interés
de sus hijos por conocer las técnicas de la publicidad y ayúdales a identificar
el exceso y la exageración de los anuncios, las falsas promesas, los cuerpos
irreales, la publicidad encubierta y subliminal, el emplazamiento de productos
y el maquillaje de éstos.
-Desarrolle en sus
hijos mecanismos de defensa frente a los mensajes persuasivos: provoque el
espíritu crítico de los niños ante la publicidad llevando a cabo el análisis
publicitario en la vida cotidiana.
Para
poner en lugar visible:
10
consejos para los pequeños de la casa:
1.
No veas solo la televisión.
2.
No veas todo lo que ponen en la tele.
3.
No llenes todo tu tiempo ante el
televisor.
4.
Pon la tele después de merendar y deja
tiempo para jugar.
5.
Habla de los que has visto en televisión
con tus padres y con tus amigos.
6.
No te creas todo lo que te cuentan en la
tele.
7.
Critica la publicidad, a veces los
anuncios exageran mucho.
8.
Benefíciate de lo bueno de la
televisión, que también enseña cosas interesantes.
9.
Consulta la programación antes de
encender el televisor para elegir lo que quieres ver.
10.
Apaga la televisión cuando te aburra y
ponte a hacer otra cosa: la aventura no está en la televisión, te espera fuera
y tienes que participar en ella
Fuente:
Imágenes
https://www.google.com.do/search?q=televisi%C3%B3n+educativa&biw=1008&bih=602&source=lnms&tbm=isch&sa=X&sqi=2&ved=0ahUKEwiklMKamufOAhVH8x4KHUU4Du8Q_AUIBigB#imgrc=1eRdVJZ3v_GgNM%3A
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